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Apuntes

Pescadores del Estrecho de Magallanes: Sacrificio en el frío, el riesgo y la esperanza

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Fotos: Joel Estay

En las gélidas aguas del Estrecho de Magallanes, donde el viento parece silbar historias de valentía y el frío cala hasta los huesos, hombres y mujeres como José Parancán han encontrado su destino y su hogar. José, con más de 50 años en Punta Arenas, es uno de tantos que llegaron desde Chiloé buscando un futuro incierto y terminaron anclados para siempre en este rincón del fin del mundo.

Su día comienza cuando el sol aún se rehúsa a salir. A las 21:00 horas, José se adentra en el sector de cabeza de mar, enfrentando la oscuridad y el frío que parecen eternos. Posa su red en las aguas heladas y, antes de retirarse, eleva una oración silenciosa. En ese gesto, mezcla de fe y tradición, encomienda su suerte al mar que lo ha nutrido y desafiado durante toda su vida.

A las 05:30 horas, cuando la mayoría de Magallanes aún duerme, José regresa para levantar su red, esperando que los nobles róbalos y pejerreyes hayan respondido al llamado. Es un momento de calma y soledad, cuando el mundo parece estar suspendido, y José recuerda el día en que esta tierra lo conquistó, hace medio siglo. El sacrificio de estas jornadas parece interminable, pero es la naturaleza de este oficio el que forja el carácter de sus hombres y mujeres: resilientes, humildes y profundamente conectados con el entorno.

El oficio de la pesca en Magallanes es tan imponente como el paisaje que lo rodea. No solo se enfrentan al clima implacable y a las aguas traicioneras, sino también a una ingratitud silenciosa: cuando el mar es generoso, el trabajo apenas es suficiente para sostener la vida; cuando es esquivo, deja tras de sí una estela de incertidumbre. Sin embargo, la pasión y el compromiso con su labor son un recordatorio de que el verdadero valor no radica en la recompensa, sino en el esfuerzo y la constancia.

José Parancán no es un héroe de cuentos, pero en sus ojos cansados y sus manos curtidas se esconde una historia que merece ser contada. La historia de los pescadores del Estrecho de Magallanes, guardianes del frío, la esperanza y la vida en una tierra que, aunque dura, ofrece un tipo de riqueza que no se mide en monedas, sino en orgullo y pertenencia. Su sacrificio es el latido constante de una comunidad que, frente a la adversidad, sigue construyendo su historia, una red a la vez.

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