Apuntes
Mujeres que transforman: La magia de la arcilla patagónica que revive culturas ancestrales
A sus 75 años, María Elena Palacios Poblete, artesana de Punta Arenas, ha dedicado más de la mitad de su vida a crear piezas que cuentan la historia de la Patagonia y sus culturas ancestrales. Lo que comenzó como un pasatiempo con arreglos florales, hoy se ha convertido en un arte que utiliza la porcelana y el barro patagónico para dar vida a los pueblos originarios que una vez habitaron esta tierra.
Hace más de 25 años, María Elena descubrió la arcilla gracias a un matrimonio amigo. En ese entonces, enfrentaba momentos difíciles, tanto familiares como económicos, debido a un accidente que sufrió su esposo. “No eran buenos momentos, hacía flores por hobby, pero después fue una necesidad. Conocí la arcilla y, sin pensarlo, me enamoré de esta tierra y de las cosas que se podían hacer con ella”, recuerda. Desde entonces, la arcilla patagónica ha sido su aliada en la creación de piezas únicas.
Cada creación de María Elena está profundamente conectada con la región. “Voy al Estrecho de Magallanes a buscar la arcilla, y no la pinto por completo para no perder su color natural. Todos mis diseños son inspirados en la región: dinosaurios, cultura Tehuelches, los primeros habitantes de la Antártida… todo está aquí”, dice emocionada. Además de piezas decorativas, también realiza trabajos personalizados, siempre con un toque de historia local.
Lo que más disfruta es ver cómo sus piezas conectan con quienes las adquieren. “Cuando alguien valora lo que hice, eso me da el ánimo para seguir. Me encanta que mis obras lleguen a otros lugares, que hablen de la Patagonia”, comenta con orgullo. Este sentido de pertenencia y amor por su tierra se refleja en cada uno de sus trabajos, ya sean figuras de guanacos, pingüinos o representaciones de los pueblos originarios.
María Elena es autodidacta y ha perfeccionado sus técnicas con el tiempo, apoyada en el impulso de seguir innovando. “A veces me piden cosas especiales, como jarros con diseños de estancias o de caballos. Yo acepto las ideas, pero siempre con un toque y estilo propio”. Su proceso de trabajo es minucioso: desde buscar y preparar la arcilla, hasta la cocción y pintura de cada pieza, un proceso que puede tomar hasta quince días.
Con 90 moldes y más de dos décadas de experiencia, María Elena ha aprendido a adaptarse a las demandas del mercado, pero sin perder la esencia de su arte. “Me encantaría que mis piezas estuvieran en un museo, o en un restaurante, donde se valore lo que se hace aquí en la Patagonia”, confiesa, siempre con la vista puesta en seguir compartiendo su legado con el mundo.
Para quienes deseen conocer más sobre su arte y su conexión con la historia de la Patagonia, María Elena invita a todos a descubrir sus creaciones, hechas con arcilla patagónica y dedicadas a revivir las culturas ancestrales que habitaron estas tierras. Con cada pieza, comparte no solo su talento, sino también un pedacito de la historia de esta región.