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Mujeres en la emergencia: Heroínas al servicio de la comunidad magallánica

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Existen equipos humanos que vuelcan de manera voluntaria o salariada todos sus esfuerzos en ayudar al prójimo desde sus espacios de trabajo. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hemos queridos destacar a tres personas que por sus actividades son la primera mano en ayudar a quien las solicite en momentos difíciles, rostros de todos los equipos que junto a ellas están ahí cuando se les necesita.

La primera uniformada

Catalina Guerra Lenners es teniente de Carabineros, tiene 27 años y nació en la comuna de San Miguel en la Región Metropolitana. Cumple funciones como oficial operativo de la Primera Comisaría de Punta Arenas, encabezando los servicios de patrullaje en la comuna.

Comparte su día a día con su esposo Rodrigo, funcionario de la Fuerza Aérea, pero lleva en su corazón a diario a su mamá Ana María y a su papá Francisco Javier, quienes quedaron en su natal Santiago.

La teniente Guerra es la primera uniformada en su familia, y afirma que una de las principales razones para ingresar a Carabineros fue “la motivación de hacer algo distinto a lo habitual y de saber que mi trabajo no solo sería mi sustento, sino que a través de él ayudaría al resto y así aportar un granito de arena al desarrollo de mi país”.

Cree que en estos tiempos el rol de la mujer en Carabineros va de igual a igual con todos los integrantes de la Institución. “Básicamente, servir a la ciudadanía de la mejor manera posible, no creo que por ser mujeres tenemos capacidades o habilidades distintas, porque es claro que entre hombres o mujeres cada individuo tiene formas distintas al otro que lo hacen enfrentar los desafíos de una manera particular, lo importante es no perder de vista el objetivo final que es apoyar y servir a la ciudadanía.

Cada mujer es importante

Camila Aguilar Agüero es paramédico del Sistema de atención Médica de Urgencia (Samu), tiene 43 años y comparte su vida con sus hijos, Marcelo y Mauricio, de 25 y 21 años respectivamente. Ella nació en Río Gallegos, pero la vida la llevó a radicarse y ejercer su labor en Punta Arenas.

Al preguntarle que la llevó a ingresar a su actual trabajo, surge una palabra que reúne a las tres protagonistas de esta crónica, la vocación. “Vocación hacia los pacientes, hacia el cuidado, y la verdad es que amo mi carrera, me costó mucho conjugar el ser jefa de hogar y complementar el trabajo con los estudios. El hecho de tener una profesión que te ayude a salir un poco mejor en la vida, tanto en lo económico como en lo social, es un fundamental.

Afirma que haber ingresado a trabajar al Samu fue una bendición de todos los pacientes que cuidó en domicilios y sus familiares, quienes la recomendaron para que pudiera pertenecer al gran equipo de trabajo.

Para Camila, la mujer cumple un rol muy importante en cualquier entorno laboral, pero subrayó que en el equipo de trabajo que se ha formado toda persona cumple una función aportando su granito de arena. “Creo que como mujer somos un complemento que tenemos participación en cada emergencia. Somos valoradas, y realizamos labores que implican un par a par con los colegas del sexo opuesto”.

Finalmente, quiso señalar que “Cada mujer del Samu es importante, y gracias a cada una de ellas podemos demostrar que como mujeres podemos tener un futuro mejor respetándonos a nosotras y teniendo el principio básico de que no es necesario competir con el sexo opuesto, sino que seamos un complemento entre todas y todos. Samu es la manera de ayudar a salvar vidas”.

Inmersa en la emergencia

Evelyn Cabrera Campos, a sus 47 años, es bombera honoraria del Cuerpo de Bombero de Punta Arenas, nacida y criada en Magallanes aprendió a equilibrar su vida junto a sus padres Antonio y Antonia, y su hermano Gustavo, entorno a la emergencia, ya que es voluntaria de la Séptima Compañía Bomba Barrio Arturo Prat en la primera línea de ataque, y además operadora de la central de comunicaciones de Bomberos.

En primera persona, Evelyn contó que ingresó a la institución por curiosidad, pero que con el paso del tiempo se fue encantando con Bomberos y sus desafíos. “Me di cuenta de todo lo que una es capaz de ayudar al desconocido desde una compañía de Bomberos”, señaló.

“Actualmente como soy bombera honoraria, solo tengo obligación a las llamadas del director y superintendente, pero sigo participando en los incendios y las actividades propias del servicio”, añade la voluntaria, dando cuenta del compromiso forjado con el paso del tiempo.

Para ella, hoy en día la mujer en Bomberos cumple las mismas funciones que los varones, con la misma capacitación y exigencias que se le pide a cada persona que ingresa a la institución.

“No puedo dejar pasar esta oportunidad para agradecer primero a mi madre que siempre me ha apoyado desde mi ingreso y a quien fuera mi jefe años atrás cuando apenas partí en esto. Él siempre me otorgó los permisos para salir desde la pega a las emergencias, siempre me dio las facilidades para que cumpla en el trabajo, pero también en mi compañía y sus actividades, para un bombero que recién se inicia en esto es importante participar en lo que más se pueda y él siempre me apoyó. Él se llama Mauricio Verá Bórquez y aunque ya no trabajo con él desde el 2007, mantenemos comunicación y una muy bonita amistad”, concluyó.

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