Columnista
Mario Isidro Moreno: Historia de la celebración de las fiestas patrias en Magallanes
Las primeras Fiestas Patrias celebradas en Magallanes se desarrollaron a bordo de la goleta Ancud, o sea, a sólo tres días de la llegada a la punta de Santa Ana, donde se tomó posesión del Estrecho de Magallanes y sus tierras aledañas a nombre del gobierno de Chile. Según registran las crónicas, se programó a bordo de la nave la celebración respectiva y, de acuerdo a los escritos de Bernardo Phillipi, naturalista prusiano que iba en la embarcación “se destapó un barril de vino y toda nuestra tripulación participó”. También Alfonso Aguirre Hernández, en su obra “Toma de Posesión del Estrecho de Magallanes”, expresa: “Se aumentaron las raciones de comidas y se bailaron muchas cuecas, cantadas graciosamente, al son de templadas guitarras, por las compañeras de viaje” (Venancia Elgueta y Jara e Ignacia López y Vidal).
Establecida la colonia a orillas del río del Carbón, las Fiestas Patrias eran animadas por un millar de personas. Toda la población de entonces se encontraba en el llano de la pampa (actual avenida Bulnes) y allí tenían vida las ramadas donde jinetes, perros e indios le daban a la fiesta un color característico de un pueblo en formación.
Osvaldo Wegmann Hansen, al respecto escribió: “Las primeras Fiestas Patrias celebradas en Punta Arenas, fueron el 18 de septiembre de 1849. El Gobernador José de los Santos Mardones en carta escrita al Ministro de Guerra, en oficio del 10 de agosto de ese año, expresa ‘ahora estamos definitivamente en Punta Arenas’”.
En el año 1851, cuando recién se hizo cargo de la Gobernación de la Colonia de Magallanes el capitán de Fragata de la Armada Nacional Benjamín Muñoz Gamero, la población de Punta Arenas pasó a celebrar con sencilla alegría las festividades patrias. Hubo Te Deum, desfile militar, carreras ecuestres y pedestres y juegos de destreza y picardía.
Las primeras ramadas y fondas fueron levantadas en el año 1889, según lo menciona Luka Bonacic, en su libro Resumen Histórico del Estrecho y la Colonia de Magallanes. Y, a fines de la década de 1890 todo se concentró en la “Pampa Chica”, llanura situada al norte del río de las Minas. Allí se instalaron fondas donde se vendía y consumía a destajo empanadas y bebidas y se bailaba, con guitarra, arpa y acordeón, además de la cueca, los ritmos de moda de la época: cuándos, valses, polkas y la mazurca que posteriormente derivó a la conocida ranchera. Espectáculo especial brindaban los jinetes con sus carreras troperas, topeaduras, ensartes a la sortija y quienes se atrevían a competir en las carreras de ensacados o trataban de subir al palo encebado.