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Magallanes

Asesino de natalina sigue “haciendo de las suyas” en cárcel de Valdivia

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Sigue latente el ruin crimen que cobró la vida de la joven natalina, Pricila Vera Mansilla, quien a los 21 años fue ultimada en octubre de 2015 a manos de Diego Molina Guerrero, sujeto que la atacó a un costado de un camino rural en Puerto Natales, cometiendo así el crimen más horrendo que recuerda Última Esperanza, al propinarle más de 94 estocadas a la víctima. Un año después del asesinato, y una vez condenado, el delincuente logró ser trasladado, por motivos de seguridad, a una cárcel de Valdivia, penal donde su conducta sociópata ya ha comenzado a quedar en evidencia.

Recordar a Molina Guerrero es traer a la mente a un sujeto a quien no parecía importarle nadie, que sonreía frente a las cámaras, que afirmó ser enfermo siquiátrico, y que habría cometido el asesinato bajo los efectos de las drogas. Sin embargo, nada de eso le sirvió para escapar a la pena de presidio perpetuo simple que le impuso el Tribunal Oral en lo Penal en junio de 2016. Su forma de ser arrogante prontamente hizo que se ganara el desprecio de los internos de la cárcel de Punta Arenas, quienes en más de una oportunidad lo atacaron al interior del penal.

Tal “personaje” resulta ser este sujeto que, en una oportunidad en señal de protesta, se embarró el cuerpo con su propio excremento, dando luces claras de su desadaptación al sistema penitenciario. Eso y un cúmulo de faltas al orden interno, obligaron a la autoridad a trasladarlo a un recinto fuera de la región, determinándose llevar al asesino al complejo penitenciario de Valdivia, donde hasta hace algunos meses había pasado casi inadvertido dentro la población, lo que no es de extrañar, al ser un sujeto vinculado al hampa que sabe desenvolverse en los círculos de la prisión. Sin embargo, sólo era cuestión de tiempo para que su conducta antisocial saliera nuevamente a “relucir”.

Fue entonces que el pasado 20 de marzo, Molina Guerrero o “Axe Bahía”, como se le conoce al interior del penal, fue sorprendido portando droga en el complejo penitenciario de Valdivia, cuando pedía ser cambiado del módulo 43 por tener problemas con los demás usuarios. En medio de dicho procedimiento fue que personal de Gendarmería, al registrar sus pertenencias, encontró marihuana oculta, la que aseguró “sólo la estaba guardando para otro interno”, según consta en la documentación del procedimiento.

A lo anterior, se le debe sumar que, en febrero pasado, en medio de una revisión rutinaria, se le encontró en su poder un arma hechiza, supuestamente como implemento de defensa, ya que poco a poco han ido surgiendo los odios contra él de parte de otros condenados.

Por estas faltas al reglamento carcelario, Molina Guerrero recibió 25 días de castigo en febrero, sin poder recibir visitas; mientras que, por la falta más reciente, fue confinado a tres días en celda de aislamiento.

Si bien parecen ser sanciones menores para las infracciones consideradas graves por los reglamentos intrapenitenciarios, cabe recordar que Molina Guerrero fue condenado como autor de homicidio calificado a presidio perpetuo simple, sanción que le permitiría, tras 20 años de cumplimiento, poder optar a algún beneficio. Sin embargo, dicha solicitud está condicionada a la conducta que haya tenido el sentenciado durante el cumplimiento. Considerando eso, con cada falta que comete se aleja más la posibilidad de que este antisocial vuelva a salir de prisión.

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