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Mamá de Ricardo Harex: “Todo esto me ha enseñado a no confiar nunca en nadie”

Dieciséis años han pasado desde la última vez que se vio a Ricardo Harex González, joven estudiante salesiano, de 17 años, que hasta el día de hoy permanece desaparecido. Mañana (19 de octubre) se conmemora un año más desde que Margot González, madre del adolescente, lo despidió en la puerta de su hogar, y hoy revivió con El Magallánico esos últimos minutos junto a su hijo, de quien sólo anhela poder encontrar sus restos para darle cristiana sepultura, resignada a que no volverá a verlo con vida.
Delgada, con dificultad para caminar, la mujer nos recibió en su hogar para afirmar que su hijo es quien le da las fuerzas para esperar y encontrarlo y poder despedirlo como se merece. Su salud evidentemente se ha visto desmejorada, y no es de extrañarse, ya que día y noche, como ella indica, carga con el peso de no saber que ocurrió con su único hijo, el mismo que cada noche encomendaba a la Virgen de Lourdes, ritual simbólico que ese día olvidó hacer, lo cual aún pesa en su corazón.
¿Recuerda Margot el último diálogo que tuvo con Ricardo?
“Sí. Fue cuando él iba saliendo a la fiesta, lo acompañé a la puerta y me dijo ‘mamá, voy a volver temprano porque mañana tengo un partido’, yo me comprometí a que si ganaban el partido de la mañana, lo acompañaría al de la tarde, ‘cuídate’ le dije”.
¿A qué hora salió su hijo de la casa, y a qué hora debería haber vuelto?
“Salió como a las nueve (21 horas), y él normalmente tenía permiso hasta las 5, pero ese día debería haber vuelto, por lo del partido, entre doce y una”.
¿Recuerda detalles de esos últimos minutos con Ricardo, cómo andaba vestido o algo más?
“Sí, él llegó de jugar así que le preparé unos barros luco caseros, se comió dos. Según él, decía que no tenía ninguna gana de salir, pero ya estaba entusiasmado, sí eso le encantaba, no hallaba la hora para irse, así que se fue bien arreglado, perfumado, con una chaqueta verde oscura que tenía, unos zapatos negros, y una polera roja con rayas blancas y negras, lo recuerdo claramente”.
“Después que salió tuve me pasó una cosa rara, que no me pasaba nunca, me fui a su pieza y ahí, al lado de su computador, vi que había olvidado su teléfono celular, lo agarré y salí, pero nunca lo iba a alcanzar. Quedé con eso, dije ‘pucha que raro’, ya que él no dejaba su celular para nada”.
“Y otra cosa, siempre que salía yo se lo encomendaba a la Virgen de Lourdes, yo le decía ‘virgencita yo lo cuido acá en la casa y tu cuídalo afuera’ y esa noche no se lo encomendé. Esas fueron las dos cosas que ese día me marcaron”.
¿Cómo siente en 16 años que se ha ido desarrollando la investigación para saber del paradero de su hijo?
“Bueno, a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho, comisiones de servicio y diligencias, al final, los restos de Ricardo no aparecen, y mientras no aparezcan estamos como el primer día, con la misma incertidumbre”.
Creo que de todas las oportunidades que hemos conversado antes, es primera vez que me habla de los “restos” de Ricardo…
“Es que a estas alturas es imposible que él esté vivo…”
¿Qué esperanzas tiene entonces de este caso?
“Mi esperanza es encontrar sus restos para poder darle una sepultura como amerita. No puede andar él por ahí, como en el aire. A veces siento que puede estar enojado porque no tiene donde descansar, yo creo que necesita estar en su última morada donde va a estar junto a mis papás que lo están esperando”.
¿Margot, después de todo este tiempo, saca usted alguna lección de todo lo sucedido?
“Sí, creo que no se puede confiar en la gente, yo confié tanto en el principal sospechoso de este caso, confié tanto en esta persona, que después me costó asimilar que él era el principal involucrado en la desaparición de Ricardo, pienso ¿cómo no me di cuenta en su momento?”.
¿Se refiere al cura Rimsky Rojas?
“Sí…”
¿Cómo puede una mamá sobrellevar la vida con esta incertidumbre de no saber dónde o qué pasó con su hijo?
“Es día y noche, pero Ricardo me ayuda, yo converso con él, me levanto y él me acompaña, en la noche le cuento como estuvo el día, y lo único que le pido es que no me llene de odio para no ser una persona amargada, nunca perdonaré a quienes me han hecho esto, no soy Dios para hacerlo, pero no quiero estar llena de odio, y creo que Ricardo me ayuda para sobrevivir hasta poder encontrarlo”.
¿Siente que todo este proceso le está afectando a su salud?
“Sí claro, usted cómo me ve ahora… ni siquiera me he querido pesar porque me da miedo, pero lo veo en la ropa, y es por todo el mismo proceso, a pesar de todos los años que han pasado, para mí es como si fuera ayer. Y lo otro que me ha pasado que desde un tiempo a esta parte no he podido llorar, sólo se me hace un nudo en la garganta… quizás se me agotaron las lágrimas”.
¿Siente que el caso de su hijo sigue vivo en la comunidad?
“Poco, pero de repente en la calle sí. Me quedan mirando, me dan fuerzas, me abrazan, generalmente son señoras más adultas. Son pocs, pero todavía hay quienes lo recuerdan”.
Margot ¿Qué le diría hoy a su hijo, a 16 años de su desaparición?
“Que lo extraño mucho, que fueron los 17 años más hermosos de mi vida haber estado con él. Que me da pena que no fueron muchos más, que lo quiero como creo toda mamá quiere a un hijo, pero creo que yo lo quiero más porque se me fue antes, y que me hace mucha falta”.
Ricardo Harex González participó la noche del 19 de octubre de un “carrete” con amigos en un quincho de Playa Norte, desde donde salió sin que nadie volviera a saber de su paradero. Durante la investigación de la ministra Marta Jimena Pinto se ha logrado establecer que esa noche el ex sacerdote del Liceo Salesiano San José, donde estudiaba el joven magallánico, estuvo involucrado en su desaparición. Sin embargo, el cura se quitó la vida años más tarde, llevándose consigo la verdad de lo sucedido. La causa continúa abierta…
