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Columnista

Ramón Lobos: Los años pasan… ¿Y?

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Hace algunos días celebrábamos el triunfo del No en el plebiscito de 1988. 30 años han pasado. Una parte de nuestra sociedad, actores políticos incluso, ni siquiera había nacido o pudieron sufragar en esa fecha. Otros envejecieron, obviamente.

De que Chile cambió y es otro, no sólo es posible observarlo en el ámbito o alcance político. Sin ir mas lejos, podemos ver el índice de envejecimiento que compara la cantidad de adultos mayores y la cantidad de niños y jóvenes (menores de 15 años) y es un indicador de cuán envejecida se encuentra una población.

Así, en 1988 en Chile era 20,1; o sea 20 adultos mayores por cada 100 niños y adolescentes. Y este año el índice es de 57,0. O sea 57 adultos mayores por cada 100 niños y adolescentes. O lo que es lo mismo, por cada 2 niños y adolescentes hay un adulto mayor.

Así es como se ha envejecido este país. En menos de 30 años se duplicó el impacto de los mayores en nuestra sociedad. Y muchos ni siquiera lo perciben o se dan cuenta de lo que significa para nuestras sociedades, lo que significa en términos de políticas publicas, subsidios, equipamiento y diseño urbanístico y de transporte de nuestras comunidades. En la provisión de servicios, finalmente.

En definitiva, algo tan simple como planificar cómo nos ocupamos y preocupamos de nuestros mayores. Si uno revisa el presupuesto nacional o el plan de inversiones regionales, vemos que el discurso es sólo de buenas intenciones, de deseos y aspiraciones. Pero de hacerse cargo del envejecimiento y dependencia de nuestros viejos, nada concreto.

Como acción de trabajo y ocupación, no hemos pasado de visitar clubes de adultos mayores, compartir una once o tomar un par de selfies para las redes sociales. Pero no. Esta cifra significa que el trabajo del Estado y sus autoridades va en otro sentido. No es momento de sensibilizar, es el momento de actuar.

El Estado es lento para actuar y desarrollar políticas publicas, 5 o 10 años antes de ser efectivos en la acción. De allí la urgencia, porque en 10 años el problema será mayor.

Si uno ve el marketing publicitario, lo que se ofrece, uno ve el giro hacia ofertas para mayores. Productos y servicios ya no se ofrecen tímidamente, sino que son parte esencial de estrategias de marketing claras y precisas para los mayores.

Incluso las teleseries en el ultimo tiempo han incluido más personajes de mayores y sus problemáticas, ya no como personajes secundarios en la trama o desarrollo de ellas; en los últimos tiempos son los personajes centrales junto a sus problemas.

Si la publicidad ya se dio cuenta del nicho económico que los mayores representan, ¿qué hace el Estado y sus instituciones para hacer acción? Se sigue al debe.

 

Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento, creencia o criterio de El Magallánico. No obstante, son valoradas, respetadas y aceptadas con una mirada pluralista, abierta al diálogo y al entendimiento del cual se ha nutrido históricamente la región, con la diversidad de nuestra gente.
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